Las Fiestas del Carmen sirven, este año, para demostrar la mediocridad de la nueva clase política de Pozuelo, la ciudad más rica de España
(10-07-15) La publicación de la moción tripartita que se presentará el próximo miércoles en el Pleno ordinario ha provocado un mini debate político fuera del Parlamento Municipal que, como novedad en este legislatura, puede resultar muy interesante. Las mociones, hasta ahora, solo se planteaban en el Pleno y en el Pleno morían. Y daba igual que fuesen buenas o malas. Se planteaban de políticos para políticos y los vecinos apenas tenían su referencia absurda, un mes después, en un titular en la revista ‘Vive Pozuelo’. Esta legislatura, afortunadamente, ha empezado de otra manera. Algo es algo.
Y todo ha partido, como digo, de la publicación de la moción conjunta que van a presentar los tres partidos de la oposición en ese Pleno ordinario y eso que, como dije ayer, es más simple que el mecanismo de un sonajero, ya que apenas habla de la participación de los vecinos en el diseño de los planeamientos festivos a la manera que la concibe Podemos, dentro de Somos Pozuelo, esa participación y la petición de apertura de chiringuitos de los partidos políticos en las fiestas para volver a autofinanciarse.
Pero estas dos propuestas simplonas y más de modus operandi que de concepto de fiestas han llevado a Félix Alba, portavoz del Grupo Municipal Popular en el Pleno, a responder, cosa que, de entrada, está muy bien. Extraordinariamente bien. Es bueno que los debates políticos se produzcan, lo he dicho muchas veces, fuera del Pleno para que lleguen a más vecinos.
Pero si pobre fue el argumentario político de la oposición a la hora de plantear reformas en las fiestas de Pozuelo, más pobre han sido las explicaciones que ha dado el Gobierno, en voz del señor Alba.
Para el Primer teniente de Alcalde y hombre fuerte del Gobierno de Susana Pérez Quislant, “las Fiestas de Pozuelo de Alarcón que se celebran en julio y septiembre son de todos y para todos los vecinos, gracias a que cuentan con una variada oferta de actividades para todos los públicos”.
Y como argumento profundo incidió en que en la programación y organización de las Fiestas del municipio están implicados los vecinos junto con el Ayuntamiento de Pozuelo, a través de las peñas y las asociaciones que colaboran plenamente, dentro de la relación y el diálogo fluido que mantienen con el Consistorio.
También se mostró convencido de que las Fiestas de Pozuelo Estación tendrán “una muy buena acogida por los pozueleros, que participarán en gran número en los actos y actividades programadas al igual que ha ocurrido en las Fiestas de años anteriores”.
Mi desolación es máxima ante estos argumentos. Si la moción tripartita de la oposición es pobre, la respuesta del Gobierno es pobrísima. Y eso que las dos hablan en nombre del pueblo. Ay, el pueblo. En definitiva, que la oposición busca intereses crematísticos aunque arropados por un falso planteamiento participativo del pueblo y el Gobierno se defiende con argumentos tan antiguos como generales. Pero ninguno de ellos entrando a la raíz del problema.
Y la raíz del problema habría que buscarla en el propio concepto de las fiestas. Y parece que ambos planteamientos políticos parten del mismo y viejo concepto de fiesta. El mismo que puede tener cualquier pueblo de la Comunidad de Madrid o de España pero a lo cutre. Ninguno abordando de verdad las fiestas que debería tener la ciudad más rica de España y con menos paro.
En ningún momento se habla de salir del olor a panceta o el sabor a limonada popular, de chiringuitos antiguos y de atracciones del año catapúm en un recinto ferial del Siglo pasado.
Este año, las fiestas del Carmen discurrirán de nuevo entre limonadas, encierros chiquis, misas solemnes y carreras de triciclos. Ah, y paella. Mil raciones de paella. Siempre me ha parecido que estas paellas populares son a la paella auténtica como la justicia militar es a la justicia o la música militar es a la música.
Porque, además, lo que jode es que, encima, toda la clase política pozuelera nos las estén vendiendo como si fuesen la repera. Aunque, eso sí, demostrando su mediocridad.
Da la sensación de que las Fiestas del Carmen hay que celebrarlas porque sí. Porque siempre se han celebrado. Porque los vecinos, dos docenas de vecinos, anclados en el viejo Pozuelo Estación del siglo pasado se agarran a un clavo ardiendo para mantenerla. Lo demás no importa. Ese puñado de vecinos se consideran a sí mismos la sal de la tierra, los guardianes de un Santo Grial imaginario que contiene las esencias de la Estación y lo defienden a capa y espada. Todo lo que a ellos les parece tradición es intocable, confundiendo, como he dicho muchas veces, lo popular con lo chabacano y arrastrando a todos los demás vecinos en su peculiar pensamiento ancestral aunque, al final, tenga un seguimiento del 5% de los pozueleros.
¿Es necesario mantener unas Fiestas del Carmen para 300 vecinos escasamente?
Pues eso.
A mí me gustaría (ya sé que es un viejo sueño) que se buscase una fiesta de prestigio en la que pudiésemos participar todos y de la que todos nos sintiéramos orgullosos. Yo quiero vivir unas fiestas de la Estación que llamen la atención por su reputación, no por su olor a panceta y el sabor a limonada.
El Capitán Possuelo