¿Volverá Diego Lozano a Pozuelo como volvían las golondrinas de Bécquer?
(07-04-15) Es increíble como una poesía del maestro Bécquer puede llegar a darle sentido a una historia de amor, político por supuesto, tan bonita como la que vivieron Diego Lozano y Paloma Adrados en nuestro municipio. (Suspiro) Me apasionan las historias de amor, no lo puedo remediar. Soy una romántica empedernida.
Y extrañamente, el otro día, me vino su romance (siempre político) a la memoria. Qué felices se les veía. Parecían hechos el uno para el otro. La mano de hierro en el guante de seda.
El caso es que yo acababa de dejar en el costurero una aguja que no había sido capaz de enhebrar. Era imposible meter en una cabeza tan pequeña un hilo tan grueso. No pasaba de ninguna manera. Lo intenté una y otra vez pero no pude. Os aseguro que, incluso, me puse las gafas de cerca, que una ya tiene una edad… Pero nada, que no lo conseguí.
Entonces, hastiada y cansada de la costura, eché la cabeza hacia atrás para apoyarme en el sofá, en la tele ponían La Dama y el Vagabundo y yo empecé a recrearme en cosas tan agradables como aquella historia de amor político-pozuelera que vivieron Paloma y Diego.
De pronto una llamada de teléfono me devolvió a la realidad, como me suele devolver al mundo un pinchazo de aguja. Cuéntame, Manolo. Manolo tiene el don de la inoportunidad pero todo se lo perdono porque es el tío más informado de Pozuelo. Cuéntame, Manolo.
Y me contó. Me contó que Diego Lozano se anda postulando como número dos del PP en Pozuelo de Alarcón. ¿Otra vez? Sí, otra vez. Y esta vez va en serio.
No me lo podía creer. Esto es un cachondeo. Perdón, lo cambio por choteo. O, mejor, por pitorreo. Pozuelo es un pitorreo. O sea, que Lozano quiere volver, de paraca, a ser la mano izquierda de Adrados (La alcaldesa usa la derecha para agitar una palmeta virtual en los Plenos)
El tío que vino y se fue. Despotricó de nosotros y de nuestro pueblo. Y de mucha más gente, que me lo ha dicho quien lo oyó. Pero se fue. Y, ahora, en cuanto ve peligrar su sueldo público, que diga que quiere volver a Pozuelo porque en esta ciudad encontró su media naranja política, me parece una tomadura de pelo.
Eso, Diego, pese a mi pertinaz romanticismo, no es amor becqueriano. No nos engañes. Ni es pasión política. Ni pasión de servicio público. Lo tuyo es, simplemente, interés. Pasta. Necesidad económica y eso es altamente reprochable.
Diego Lozano vino a Pozuelo de Alarcón a hacer la campaña de Paloma Adrados y el PP perdió dos concejales. Pero nadie levantó la voz. La pérdida fue culpa de Gürtel. Y era de mal pensado creer que esa pérdida de votos se debió al desembarco de genoveses madrileños afines a Nacho González y Esperanza en Pozuelo, que no sabían nada de Pozuelo. Gente fiel, qué duda cabe, pero que no sabían distinguir el pueblo de la estación.
Recuerdo aquél follón de oficinas electorales que tuvieron. Primero aquí, luego allí y, finalmente, Vía de las Dos Castillas.
Abro paréntesis.
¿Qué pasó para que Pozuelo evolucionase de ser el oasis de todos los cargos o excargos del PP a ser la pesadilla de los que vinieron?
Y Diego fue uno de ellos. Ya en campaña contaba los días para irse de aquí. Para retenerlo, su padrino Ignacio González le coló en la lista del PP de la Asamblea de Madrid. La vida política es así de sencilla. Y como ya la cosa tenía otro color, se quedó. Diputado regional y concejal de Pozuelo de Alarcón. No está mal, no.
Me han dicho que el empeño de González por mantenerlo en Pozuelo era el de controlar a su gente. Los ‘paracas’ eran nuevos en esta ciudad y él sabía cómo llevarlo todo para su chalaneo político. Yo no me lo creo, pero lo cierto es que, en cuanto, todo estuvo en su sitio e Ignacio González se alzó con el poder absoluto de la Comunidad de Madrid, rescató a Diego, se lo llevó a Sol y lo coronó como su fiel escudero. Nos dejó. Entonces no fue golondrina si no ave de paso.
Diego consiguió su objetivo. Largarse de Pozuelo vía Presidencia con mando en plaza.
Cierro paréntesis.
Y ahora, el ave de paso quiere anidar otra vez en Pozuelo y aletea llamando en los cristales de Adrados. Lo nuestro fue tan bonito mientras duró, dicen que dice…
Sinceramente, poco tengo que hablar sobre su educación. Lozano es un tipo amable y correcto. Habla poco. No falta el respeto a nadie y, en honor a la vedad, los trabajadores municipales le prefieren antes que a la solo “defendida por estómagos agradecidos” Susana Pérez Quislant, que ahora ocupa su lugar en el corazón político de Adrados.
Pero lo que tiene de menos duro que Susana, tiene de ‘maniobrante’. Lozano es un político puro. Y dudo que sea en el buen sentido del concepto político puro. Y digo esto porque un buen político jamás hubiera hablado con tanto desprecio de este municipio y de la gente que le dio durante algún tiempo de comer.
Tras su paso por Pozuelo, Diego me recuerda al intento de enhebrar la aguja con hilo tan grueso. NI aquel hilo pasó NI PASA ahora el político venido a menos. Al menos por mí. Y alguien no debería dejar que volviese a Pozuelo. Nunca segundas partes fueron buenas.
Pozuelo no necesita apéndices de Ignacio González o de Salvador Victoria. Ellos son ya pasado. Y Diego Lozano también.
Lo siento Diego. Deberías haber elegido susto cuando te dieron a elegir. Ahora ya eres un hombre muerto. Políticamente hablando, claro.
Sira Q.