La guerra de declaraciones en el PP de Madrid esconde una lucha mucho más importante por el poder total del Partido
(16-03-15) Desde que empecé a escribir esta columna dudé sobre si tenía que meter el título entre interrogantes o no. Lo dudé mucho. Era una pregunta o era una afirmación. Después, mi experiencia me dijo que, en política, nada se hace porque sí. En política todo se hace con intención y a varios meses vista. Algo he comentado al respecto en columnas anteriores. Y, al final, entre eso y un poquito de información, me decidí por afirmar.
Es cierto que, hace una semana, Mariano Rajoy mandó parar. Se acabó. Cada uno a su lado. Esperanza a lo suyo y Cospedal al que sea. Y todo se asumió por las partes en conflicto dócilmente. Y todos quedaron en esperar a que llegase abril. “Y me dejó el dolor para cantar y la luna de abril para olvidar”, decía Carlos Cano, inolvidable.
Pero hasta llegar a abril, falta. Falta tiempo. Falta sosiego. Falta humildad. Y sobran navajas políticas. Y raro es el día en que alguien no lanza una piedra. Tirando a dar. Siempre a dar.
Y si Esperanza dice que sus listas son suyas. Alguien de Génova, al día siguiente, dice que de eso nada, monada, y reivindica su derecho a supervisar las listas en Madrid.
Y si alguien de Génova dice que la dirección nacional tendrá la última palabra en las listas a la Alcaldía de Madrid y a la Comunidad, como establecen los Estatutos, Aguirre dice que ella no es un monigote de quien confeccione la candidatura y el programa.
En fin, en teoría, juegos de poder sobre un tablero de parchís. Nada serio aparentemente. Baladronadas propias de campaña electoral.
Pero, ayer, un amigo me dijo que de juegos de poder sobre tableros de parchís nada. Que eran juegos de tronos y el tablero son los Siete Reinos. O, mejor, los Diecisietes Reinos. Todo el PP.
El Partido Popular está atravesando, solapadamente, una crisis interna tremenda que saldrá a la luz el propio día 24 como se cumplan la encuestas, por mucho que Rajoy se empeñe en decir que no hay que preocuparse, que no sólo se ganarán las generales, sino también las autonómicas y las locales.
Pero la fe empieza a debilitarse en el partido, conforme se aproximan las fechas importantes. Dicen que el PP sólo mantendrá el poder en tres autonomías. Las dos Castillas y La Rioja. Dicen que pierde hasta Murcia. Eso, ahora. Porque también se dice que el PP perderá las Elecciones Generales de dentro de nueve meses.
Y eso lo sabe Esperanza Aguirre. Y lo sabe Mariano Rajoy. Cospedal solo juega con la camiseta de Rajoy. Pero todos saben que, en ese momento, se abrirá un tiempo de zozobra. Donde no hay harina, todo es mohína. Donde no se pueden repartir cargos, aparecen los descontentos. Y habrá una guerra interna muy cruenta.
Todo, lógicamente, si Aguirre gana en Madrid, que ganará a raíz de la torpeza que están mostrando los candidatos de los otros partidos.
Esperanza asegura que, si gana en Madrid, dejará el partido en la Comunidad. Pero eso ya no importará si ha colocado a su gente en los sitios claves. Por eso quiere las listas. De hecho ya ha colocado a mucha gente suya en las alcaldías fuertes.
Sin duda, la guerra de declaraciones sobre el PP de Madrid esconde una lucha mucho más importante por el poder total del PP.
Un PP que ya veremos si no queda para ser refundado. Las derrotas siempre son dolorosas y los partidos tienen que regenerarse.
Al PSOE le está costando Dios y ayuda .
La Tarántula