La política exige claridad y limpieza y en el asunto del ático de González solo hay oscuridad y barro en los zapatos
(05-03-15) Nadie podrá acusarme nunca de no haber defendido la política apurada del Presidente Ignacio González. Siempre me ha gustado su manera de arriesgar. Incluso su chulesca manera de arriesgar. Y a mis artículos me remito. Incluso, he defendido que estuviese en precampaña aunque no hubiese sido nombrado candidato por el ‘Rey Sol’. En política hay que hacer cosas y él las hace.
Por eso, no entiendo a las personas, amigas y desconocidas, que me critican mi clara toma de postura en el caso del ático de Estepona del propio presidente González. Me acusan de cargarme su presunción de inocencia. De condenar sin pruebas.
Pero lejos de mí nada semejante. Entre otras cosas, porque yo no condeno, penalmente, al señor González como persona. Nunca lo haría. A mí lo que no me gusta es que un gobernante se comporte como parece que se comportó en este caso.
Hoy mismo, aparece más información sobre el tema. Hoy, Esteban Urreiztieta, en El Mundo, asegura que el testaferro de Enrique Cerezo compró por teléfono, desde Los Ángeles, el ático del presidente de la Comunidad de Madrid, semanas después de que lo visitara la mujer de Ignacio González para adquirirlo.
Y cuenta también que Rudy Valner, un abogado establecido en Beverly Hills, que se dedica a la “creación de escudos societarios para ocultar patrimonios”, según su propia definición, y que trabaja para el presidente del Atlético de Madrid, cerró la operación sin firmar contrato alguno ni molestarse en visitar el inmueble. Desembolsó 100.000 euros de señal desde una cuenta en el US Bank con la que gestiona los fondos de sus clientes y, menos de un mes después de la operación, articulada con una sociedad offshore de Delaware, en la que Valner es sólo el gerente, González y su esposa firmaron con ella un supuesto alquiler. La compra y todo lo demás es conocido.
Lo que no intuimos siquiera es todo lo que llegaremos a conocer sobre el caso.
Yo no sé si estos chanchullos son delito. Supongo que no. Que lo decida un juez. Yo solo censuro que lo haga un Presidente de una Comunidad Autónoma. En cualquier país serio del mundo, el Presidente González ya habría dimitido porque es muy grave que ande metido en cosas poco claras. La nueva política así lo exige.
Después, y para enredar más el tema, ha venido el juego alcantarillero de las reuniones del Presidente con la policía. Y de la policía con Enrique Cerezo.
Y da igual si uno convocó a los otros o los otros convocaron a uno. Esas reuniones se hacen desde la transparencia y en despachos oficiales, si no hay nada que ocultar, claro. Luz y taquígrafos. Es así de sencillo y tanto González como Cerezo lo saben.
De todas maneras, es poco creíble que dos policías convoquen a todo un vicepresidente de la Comunidad de Madrid, en aquel momento, para hacerle chantaje, como asegura González. No es creíble porque, al salir de la reunión, González debería haberse dirigido a un Juzgado de Guardia a denunciar el asunto.
¿Por qué no lo denunció en su momento con todo el poder que tenía? Los policías, en cambio, sí informaron por escrito de esa reunión a sus superiores.
¿Por qué es todo tan oscuro en este asunto? ¿Por qué se recurrió a personas y a sociedades tan complejas para, simplemente, comprar un ático aunque valiese más de un millón de euros? E, insisto, no hablo de delitos, hablo de ética política.
¿Por qué se intentó tapar después el asunto en reuniones clandestinas e impropias de personas con responsabilidad política?
De aquellos polvos vienen estos lodos.
Las cosas, para un político, deben ser mucho más sencillas. O eso creo yo. O eso es lo que manda la sociedad española actual. Insisto, en cualquier país de nuestro entorno, a González ya le habría costado el cargo. Y creo que debe costarle.
De todas maneras, las cosas no parecen estar demasiado claras cuando el PP de Madrid ha tardado 48 horas en salir en defensa de su Secretario General en una nota que no firmaba Esperanza Aguirre, aunque la propia Aguirre, en un pasillo, haya dicho que González tiene todo su apoyo. O que María Dolores de Cospedal, también 48 horas después, haya comentado que este tema ya es lejano (que no lo es) y que eso no impedirá a Ignacio ser candidato.
En el fútbol, que es un reflejo de la propia vida, cuando el presidente del club confirma al entrenador en su cargo y le demuestra su confianza que se eche a temblar. Le quedan dos telediarios.
La Tarántula