El Consejo Social de la Ciudad nace muerto por antiguo e ineficaz, entre otras muchas razones
(09-02-15) Ya tenemos Consejo Social de la Ciudad en Pozuelo de Alarcón. Aleluya. Viva-viva. Todo el mundo contento. El Gobierno del Ayuntamiento porque cree que gana en credibilidad ante los vecinos y quiere usar su constitución como acto de modernidad política en la campaña electoral y la oposición porque se considera ganadora de una veja lucha política y cree que va a tener más participación en las decisiones del Gobierno. Qué ilusos. Ambos. Creo que pocos pozueleros más están contentos con el dichoso Consejo Social de la Ciudad. Creo que ni siquiera lo están sus miembros electos. Entre otras cosas porque no van a cobrar. Lo que, ciertamente, no sé si es bueno o malo. El sueldo, a fin de cuentas, obliga. Se necesita mucho amor al arte para trabajar sin cobrar aunque ahora se imponga la moda de no cobrar en estas cosas cuando lo que se ahorra es el chocolate del loro.
Pero bueno, tampoco voy a exagerar ese tema porque, a fin de cuentas, la mayoría del Consejo está formado por concejales, incluidos los de la oposición, y por personas que tienen algún tipo de interés público o sus asociaciones dependen de subvenciones públicas, con lo que no creo que echen en falta el sueldecito que les podría ocasionar la pertenencia al Consejo.
De todas formas, lo del cobrar o no cobrar es lo de menos. ‘Pecata minuta’. Creo que nadie debería estar contento con este Consejo Social de la Ciudad porque nace muerto. Muerto y enterrado. Baste decir que está basado en una ley de 1985. Algo así como el pleistoceno de la democracia. Y es posible que, en 1985, fuese la pera limonera pero ahora es antiguo. Obsoleto. Y, por supuesto, ineficaz. No sirve para nada. No hay más que leer su reglamento para darse cuenta de ello.
Y nace muerto porque en la era de las comunicaciones (en 1985, internet estaba en pañales y ni se barruntaban sus posibilidades) no se entiende que la participación ciudadana sea a través de un órgano que no está elegido por los ciudadanos y en el que manda el Pleno del Ayuntamiento. Y es que el Consejo, de 21 miembros, lo componen 10 concejales (6 del Gobierno más 4 representando a los 4 partidos con representación en el Pleno). Casi el 50% del Consejo. Teórica mayoría absoluta porque nunca va a estar el Consejo completo a causa del propio diseño de su funcionamiento, lo que significa una clara duplicidad de funciones. Para debatir en el Consejo que se debata en el Pleno.
Frente a esos 10 concejales, sólo hay 8 miembros de las asociaciones, agrupaciones, universidades y representantes sociales en general.
Pero también hay más cosas presumibles en esto ya que, entre esos miembros de estas instituciones, hay alguno ‘condicionado’ porque su organización depende de las subvenciones del Gobierno del Ayuntamiento y no parece lógico que se ponga en contra.
A esto hay que unir 3 miembros nombrados directamente por la alcaldesa entre personas de reconocido prestigio, que no se prevé que voten tampoco en contra del Gobierno.
O sea, por un lado, la mayoría la tiene, prácticamente, el Pleno con lo que el Consejo es un clon de ese Pleno, y si no quieren que se apruebe algo contra ellos, no se aprobará. Y, por otro y en caso de que vengan mal dadas, el Gobierno se asegura otra mayoría porque tiene 6 miembros concejales más tres de la alcaldesa, que ya son nueve, más alguno de asociaciones que no tenga más ‘remedio’ que votar con el Gobierno. Y como, además, en caso de empate, la presidenta tiene voto de calidad, ya me contarán…
Eso, y siento decirlo, no es participación… Y, menos, lo que hoy se entiende por participación… Si, al menos, no hubiese ningún concejal… No tiene ningún sentido que estén. Ninguno.
Luego están las iniciativas. El funcionamiento. Los acuerdos. Acuerdos que, en ningún caso, serán vinculantes. Lo que me parece bien. La participación de los ciudadanos no debe ser nunca vinculante. Para eso están las elecciones cada cuatro años. Pero sí debe servir para presionar. Para poner en vergüenza. Para exigir. Pero así es absolutamente ineficaz. Pura pantomima. No servirá para nada. En fin que les invito a leer el reglamento. Es cortito. No tardarán mucho en entender que es fuego fatuo.
Insisto, este Consejo Social de la Ciudad nace muerto. Aparte de que nace con fecha de caducidad ya que se disolverá con la legislatura. Pero ese sería otro debate. Creo, incluso, que no se volverá a constituir. No tiene sentido aunque la ley lo proponga. Es obsoleto. Y si, para ello, hay que renunciar al estatuto de Gran Ciudad, que se renuncie.
Este consejo no es de su tiempo. No forma parte de la participación que exige la ciudadanía en la actualidad. Se necesitan otros cauces más directos y menos encorsetados. Y hay varios. Pero éste, desde luego, no.
Y el caso es que la ciudadanía exige tener una vía de comunicación con su Gobierno porque, de lo contrario, la política seguirá anclada en tiempos pasados y sin ninguna credibilidad.
La nueva política está basada en la transparencia y en la participación de los ciudadanos. Lo contrario no la hará creíble.
El Capitán Possuelo