Rajoy da por amortizada la pérdida de la Comunidad y de la capital de España y solo trata de sacar los mayores réditos políticos
(04-02-15) Ayer anduve mamoneando por Madrid. Quería pulsar en directo lo que mis amigos y gargantas profundas me contaban sobre la política pepera. Viéndoles las caras. De frente. Y, tras hablar con ellos, estas son más o menos la conclusiones que saqué.
Saqué en limpio, por ejemplo, que ya no hay tanto nerviosismo por los nombramientos como por intentar recolocarse porque la cosa está chunga.
La Comunidad de Madrid se da por perdida. Así de claro. Algunos me lo cuentan mientras sacan una chuleta del bolsillo en la que llevan escrito que la última vez que la derecha española sacó menos del 40% del electorado madrileño fue en las elecciones autonómicas de 1987. Cuando todavía era Alianza Popular. Llovió desde entonces. En aquella época obtuvo un apoyo del 31,96%, el peor resultado de su historia.
Desde entonces, tras su refundación en el partido actual y un periodo de transición, el PP se transformó en la formación más votada en la región.
Así, logró un 43,22% de papeletas en 1991, aunque fue insuficiente para gobernar; el 50,97% en 1995; el 51,07% en 1999; el 48,18% tras el tamayazo en 2003; el 53,30% en las elecciones de 2007; y el 51,73% en los comicios de la legislatura actual.
Veinte años después aquel 1995, el PP asume que perderá la mayoría absoluta y, consecuentemente, la responsabilidad de gobernar.
Me aseguran que el elegido por Rajoy para encabezar la lista electoral será Ignacio González (aunque hay quién mantiene alguna posibilidad para Cristina Cifuentes), pero todo el mundo piensa que es una oportunidad pintiparada para que Rajoy se cargue al actual presidente de la Comunidad. Trampa saducea. Nacho no es de su cuerda y necesita un partido renovado sin que huela a Púnica (me cuentan que Granados está loco por cantar la ‘traviata’). Necesita un partido que le ayude a ganar las generales no que le complique la vida. Éstas elecciones están ya amortizadas.
Si Rajoy no se atreve a poner, de entrada, a Cifuentes para morir achicharrada a la primera de cambio es porque convertiría a González en un mártir y eso sería malo porque se atrincheraría en el partido y terminaría complicándolo todo. Quiere al actual presidente de la Comunidad derrotado. Porque, aunque tenga mayoría simple, es perder. Y no estaría bien que fuese el portavoz del PP en la oposición. No quedaría bien.
Así me lo cuentan. Así lo cuento.
Pasa lo mismo en la capital de España. Está perdida. Dicen que Aznar lo sabe desde hace meses y, por eso, le dijo a su mujer que se fuera. Su derrota electoral le perjudicaría a los dos. Yéndose, se va de rositas.
Me aseguran que, en Madrid, no hay duda de que la candidata será Esperanza Aguirre. Por dos motivos y una condición. Es la única que tiene alguna posibilidad de conservar la mayoría absoluta y, en caso de conseguirlo, tiene impuesta la condición de que tendría que dejar la presidencia del partido para dedicarse solo a la capital de España. Y si pierde la mayoría absoluta, como González, habrá perdido. No basta con la mayoría simple. Y quien pierde paga. Además, nadie ve a Esperanza Aguirre como portavoz del PP en un Ayuntamiento gobernado por la izquierda.
Y esto es lo que se cocía, ayer mismo, Postas arriba… Lo cuento como me lo contaron.
La Tarántula