Máximo Pradera mezcla la velocidad con el tocino en un estúpido tuit contra Pozuelo
(23-10-14) De todos es sabido que Máximo Pradera es un bufón. O, mejor, ni siquiera tiene la dignidad del bufón. Simplemente, es un niño malcriado con complejo de Peter Pan. No quiere crecer. Quiere seguir siendo el niño malo de esa progresía trasnochada que siempre quiso parecerse a La Gauche Divine de Barcelona y que se quedó en esperpento. Un tipo, en definitiva, que va por la vida aprovechándose de su apellido, del éxito de un programa de radio del Pleistoceno y de un cuestionable programa de Televisión de Canal Plus que marcó para siempre su vida. Desde entonces es un ‘enfant terrible’ del caviar. Un ‘Bad Boy’ de marcas pijas. Un personaje, en definitiva, que tiene un ego tan portentoso que se cree el Rey del Mambo cuando ha fracasado, profesionalmente, en todo lo demás que ha iniciado.
Ahora calma su ansiedad egocéntrica en Twitter. Provocando en 140 caracteres. Es la moda y a él le viene muy bien porque no creo que dé para más de un párrafo. Pero escribir tuits le sirve para seguir haciéndose el chico malo. El ocurrente Max Pradera.
Pero, como anda escaso de ideas, ya le sirve todo para intentar epatar y, hace unos días, puso uno de los tuits más estúpidos del mes, producto de su estúpida vanidad, como no podía ser de otra manera. Suele pasar en esa red social si no piensas bien lo que se va a escribir y se cuidan las palabras escritas.
La ‘genialidad’ de este personaje menor decía así: “Hola @Ayto_pozuelo Estáis convirtiendo nuestra vida en un infierno. Ya cayó Sepúlveda. ¿Quién será el próximo?”
Alucinante. No se puede estar más endiosado. Ni ser más perdonavidas. Ni más chulito. Ni más envanecido. A él, Pozuelo de Alarcón le importa un carajo. Vive aquí porque se vive bien. Pero nada más. Y, claro, como piensa que es un elegido por el destino, el ruido circunstancial de una obra le molesta hasta el punto de decir una gansada.
Máximo vive en zona residencial y, como algunos de estos residentes, cree que vive en una isla del Pacífico. Y como digo, le molesta todo. Incluso, le molesta que alguien quiera construir una casa a su lado. El es así. Nadie puede molestar al ‘genio’. Y como ya no le quedan ocurrencias que tuitear -si es que las tuvo alguna vez-, le echa la culpa del ruido de su vecino al Ayuntamiento de Pozuelo porque, increíblemente, le dio permiso para construir. Lo que tiene uno que leer…
Y, en el colmo de la estupidez, el gran Max lo hace hablando de la caída de Sepúlveda. Alucina, vecina.
Todo el mundo, en Pozuelo, quiere olvidar a Sepúlveda. Todo el mundo quiere pasar página y que sea el juez quien diga lo que tenga que decir. Incluso, la oposición piensa así. Pero este personajillo de tres al cuarto lo vuelve a sacar como gracieta y lo increíble es que se arroga la autoría de su caída política. Así se escribe la historia.
Pero lo peor no es eso. Lo peor es que hace una pregunta graciosita al aire. De esas que tienen la gracia en el culo como la avispas. ‘¿Quién será el próximo?’
Max piensa que es un personaje tan importante que, si ya hizo caer a Sepúlveda, puede conseguir que caiga la alcaldesa Adrados con solo chascar los dedos. Y todo porque hay una obra junto a su casa que hace ruido.
Chico, háztelo mirar. Lo tuyo puede que empiece a no tener ya vuelta atrás.