Luces y sombras de Paloma Adrados como alcaldesa de Pozuelo de Alarcón
(02-09-14) No era fácil enfrentarse al toro pozuelero. Ahora, sí. En 2011, no. El Olvidable y su mariachi habían quemado una gran parte del prestigio del PP en Pozuelo de Alarcón y no era fácil sustituir a aquel ‘bon vivant’ y su desmesura. Pero la señora Paloma Adrados acepto el reto de sustituirle.
Paloma es pozuelera y ser alcaldesa de su pueblo debió ser una razón de peso. Paloma tenía un currículum político importante y ser alcaldesa de un pueblo como Pozuelo es crecer. Si las cosas fuesen de otra manera, ser alcaldesa de este pueblo debería ser más prestigioso que ser consejera. Y hablo en serio. Y Paloma era trabajadora. O, al menos, eso decían y dicen. A veces, creo que excesivamente trabajadora y, ya se sabe, el que mucho abarca poco aprieta. Eso no es bueno. Debería confiar más en su gente… Pero entiendo su excluyente manera de trabajar. Si no confía en su gente, difícil es que pueda confiar en ella…
Hechas estas consideraciones, es el momento de ir por partes, como diría, ya saben, Jack el Destripador.
Ya dije, cuando analicé brevemente el Gobierno de Pozuelo, que estaba claro que la señora Adrados traía a Pozuelo un mandamiento sencillo de su superioridad: arreglar las cuentas y no dar cuartos al pregonero. Y hay que decir que, en la primera etapa de su gestión, fue una alcaldesa modelo. Cumplió a la perfección con su cometido. Recondujo la locura sepulvedana con la sencillez de una buena ama de casa y restableció la calma en el Ayuntamiento y en el PP como una buena ama de llaves. No necesitaba ser política. Bastaba con ser gestora. Y dentro de la gestión, apenas necesitó saber las cuatro reglas. El resultado fue espectacular. Tan espectacular que, en algún momento, la dureza del ama de llaves se le fue de las manos hasta quedar a tres centímetros del ridículo. No se dio cuenta que en la Administración Pública, a veces, no se puede reñir a algunos por, simplemente, levantar la voz en la mesa.
Tampoco quiso entender que la Administración Pública no tiene que tener superávit. Lo que tienen es que cuadrar las cuentas. Sólo eso. Pero ahí, como atenuante, hay que decir que su equipo económico no estuvo a la altura requerida y la señora Adrados se colapsó.
Pero lo cierto es que, a mediados de legislatura, la alcaldesa de Pozuelo ya había cubierto todos los objetivos de ahorro y seriedad que le habían encargado. Lo había hecho muy bien. Las luces de su gestión estaban encendidas. Pero, de pronto, se dio cuenta que alguien le había retirado la escalera en la que estaba subida y se encontró, sin querer, colgada de la brocha y sin saber qué hacer para que le pusieran otra escalera.
Le habían montado un equipo, como dije en otro artículo, para resistir. Para defender. Pero, como en el fútbol americano, ahora era el tiempo de atacar y, para ello, necesitaba un equipo de ataque. Y no tenía. Tenía el balón para atacar pero no los jugadores. Y lo que es peor no sabía cómo resolver el problema. Y, peor aún, no tenía a nadie que le propusiese alternativas que la sostuviesen arriba, aunque agarrada a la brocha.
Además y como he dicho antes, durante su etapa de ama de llaves había dejado varios cadáveres en el camino y ya no le quedaba nadie salvo palmeros y ‘palmeras’. Y ahí se apagó la luz. ¡Qué alguien la encienda! Pero eso ya era imposible porque ella misma había cortado la corriente. Y ahí empezaron las sombras.
Hubiera sido bueno tener al Partido Popular para que le hubiese encendido aunque fuese una linterna. Pero tampoco era posible. En el partido estaban los mismos de siempre y ella no había hecho la renovación pertinente porque lo minusvaloraba. Se había ido el señor Pablo Rivas como Secretario General y había colocado al señor Enrique Ruiz en su lugar. Pero no era lo mismo. Enrique es de Pozuelo pero no es ‘pata negra’. En su momento, incluso, le hizo la competencia al PP desde el PADE y eso no es fácil de olvidar para algunos. Enrique es buena gente pero poco más. También es viceconsejero de Medioambiente y parece que le tira más la política comunitaria que la municipal. Además, en el PP de Pozuelo hay mucho colmillo retorcido y no hay necesidad alguna de recibir cornadas. En definitiva, que la señora Adrados, en la segunda parte de la legislatura, no supo qué hacer ni a quién recurrir.
La alcaldesa de Pozuelo vino para hacer una labor en el Ayuntamiento de Pozuelo y la hizo. Le pedían sólo gestión y gestionó. Pero, en Política, lo importante es hacer política, aunque suene a perogrullada, y doña Paloma no ha sabido o no ha podido hacer política en la segunda parte de la legislatura que era, precisamente, cuando se necesitaba. Sus superiores no pensaron en esa posibilidad. No cayeron en que la gestión la hacen los gerentes y la Política la hacen los políticos. No contaron con que podía darse el caso de que no todo fuese gestionar en este pueblo. Las circunstancias que había en Pozuelo tras el Olvidable eran excepcionales y aconsejaban dedicarse sólo a la gestión. Se equivocaron. El problema se resolvió antes de lo que pensaron y no predijeron que quedaría tiempo para hacer política. Ni siquiera la señora Adrados estaba preparada para ello.
Y es que, desgraciadamente, la alcaldesa de Pozuelo no ha tenido claro, en la segunda parte de la legislatura, qué tenía que hacer, políticamente, en Pozuelo de Alarcón. No tenía una idea clara de lo que quería para este pueblo y a lo único que ha podido dedicar su tiempo ha sido a poner parches. A llevar a cabo ideas sueltas. Casi ocurrencias, a veces. Política de salto de mata. Menor. Y eso no es lo que necesita este pueblo.
Y hasta aquí puedo escribir. Quedan por hacer preguntas de cien mil euros sobre ella y seguir analizando su labor más minuciosamente. Los Plenos son mi debilidad. Pero todo se andará. Esto no ha hecho más que empezar.