El Pleno de la obviedad y la aprendiz de Elena Valenciano
(27-03-14) Hoy ha habido Pleno en el Ayuntamiento de Pozuelo como todos los jueves de fin de mes y debo reconocer que ha sido una sesión bastante plana. Nuestros representantes han presentado mociones que no ofrecían posibilidades al debate. Todas habría que haberlas votado a favor. Y si alguna se ha votado en contra ha sido por ese juego político del Gobierno y la Oposición de no apoyar todo lo que se proponga porque en España eso del consenso político no está del todo bien visto. Aunque, dicho sea de paso, ha habido un gran consenso en torno a la figura de Adolfo Suárez. Tanto en el minuto de silencio inicial como en la propuesta final de dar su nombre al Parque Forestal de Somosaguas.
Dicho esto, vayamos por partes en plan Jack el Destripador. Empezaré diciendo que hoy los micrófonos fallaban. Al menos, el de los señores Pastor y Palomares con lo que lo suyo, por interesante que fuese, no lo hemos oído. No lo digo como censura. Los micros fallan. Lo cuento para que se corrija porque, aunque parezca una tontería, es muy importante para los que seguimos el debate desde casa. Y, ya de paso, también sería bueno que el realizador de la transmisión le rogase a los concejales de UPyD que hablasen al micro. Es muy fácil.
Antes de analizar someramente el contenido del pleno, voy a plantear una pregunta tonta: ¿Sería posible que las preguntas (y valga la redundancia) fuesen delante de las mociones? Lo digo porque las preguntas son mucho más interesantes y están más pegadas a la realidad de las necesidades de los pozueleros. Sin embargo, cuando llegan ya estamos cansados todos de escuchar tonterías en las mociones. Incluso, los propios concejales se muestran cansados del onanismo que suponen dichas mociones.
Las mociones de hoy eran de una obviedad insufrible. Incluso, la de la señora Bravo que no tenía nada que ver con Pozuelo. Por cierto, esta concejala socialista tiene un futuro político impresionante. Hoy ha demostrado que está en primero de ‘elena valenciano’ por la manera de usar datos y ponerlos en escena. No venían a cuento pero ha sido impresionante. Su onanismo mental ha rayado lo sublime.
A este paso, en poco tiempo, será llamada por Ferraz. Llegará a ser tan importante como la señora Valenciano. La imita a la perfección. Aunque he de decir que lo que hoy proponía era otra obviedad. ¿Quién no va a estar de acuerdo con luchar contra la exclusión social y la renta mínima de inserción? Otra cosa es ¿qué puede hacer Pozuelo en ello? Pero doña Vania quería lucirse…
Y digo que ha sido el pleno de la obviedad porque no creo que nadie quisiese que no se solucionase también el problema de movilidad (me cuesta entender este eufemismo de atasco) que tiene el colegio Los Ángeles o todos los colegios del Pozuelo a la hora de la entrada y la salida de los alumnos. Como no creo que nadie se atreviese a no intentar adecuar los temas de la Formación Profesional. O a que se mejore la accesibilidad de la página web del Ayuntamiento (en este caso lo que hay que mejorar antes es la navegación). O a que se haga un catálogo de árboles singulares en el pueblo. Está claro que todo el mundo tiene que estar de acuerdo con estas cosas. Pero se ha perdido una enorme cantidad de tiempo en unos debates en los que a los concejales les hubiera bastado con decir ‘abundo en lo que dice el compañero’.
Dejo para el final la moción sobre la mejora de las instalaciones deportivas, que luego era solo un arreglo que había que hacer en el campo de hockey, porque es de aurora boreal.
Desconozco el procedimiento que se sigue a la hora de admitir las mociones pero ésta es una estupidez supina salvo que el señor Pablogil necesitase una dosis de autoestima. Porque, además de ser una bobada, se contradijo en el debate al contar la cantidad de cosas que ha hecho para mejorar las instalaciones sin traerlas a pleno. En fin, un desatino de un concejal al que se ve cansado y que habría que darle ya un relevo en la próxima legislatura. Lleva doce años de concejal y eso cansa a cualquiera.
Y poco más ha dado de sí el Pleno. Ha sido todo tan obvio que casi se podría haber obviado. En la acepción de ahorrado, claro.