Suárez, como El Cid, vuelve a ganar después de muerto
(24-03-14) Hoy, no tenía más remedio que hablar de Adolfo Suárez. Yo, y sólo porque la vida me puso allí, viví intensamente la Transición y eso, que tanta gente ya ha olvidado, marca de por vida.
A Suárez le debo mucho. El me convenció de que solo tenía que haber una España. Una. Donde cabíamos todos. Y eso, hasta su llegada, era imposible en una España cainita.
Mil veces me contó Alejo García cómo dio la noticia de la legalización del PC aquel Sábado Santo Rojo. 9 de abril de 1977. Le llamó Rodolfo Martín Villa en persona. Y no pasó nada cuando todo el mundo pensaba que el cielo se caería sobre España. Era la clave. Era muy difícil dar aquel paso pero era necesario darlo para que todo fuese creíble. Y Suárez lo dio. Lo demás ya se ha recordado estos días hasta la saciedad.
Por eso, hoy, quiero señalar que, en una España tan dividida y tan crispada como la actual, por culpa de un personaje de pensamiento ramplón y adanista que quiso volver a 1936, Adolfo Suárez haya conseguido, con su muerte, recomponer aquel espíritu de concordia. Parece como si su fallecimiento hubiera sido una orden de mando. Stop, España. Y todos la hayan obedecido. La foto de los Reyes, los ex presidentes, el Gobierno y la oposición juntos lo ha reflejado.
No sé lo que durará ese espíritu de la Transición. Estamos en precampaña electoral y es muy difícil de mantener. La política es así. Pero a mí me ha servido. Suárez, como El Cid, ha vuelto a ganar después de muerto.