Consideraciones en torno a la política municipal pozuelera
(18-02-14) En días como éste, en los que no hay nada que llevar al papel, voy a iniciar una serie de post en los que iré haciendo consideraciones sobre la política municipal de Pozuelo. Me lo pide el cuerpo. En general y sin acritud, por supuesto. Pero se acercan tiempos políticos apasionantes y es bueno empezar a colocar las fichas en el tablero. Hoy, por ejemplo, me pide el cuerpo hacer unas cuantas consideraciones sobre el Grupo Popular.
Es cierto que esta legislatura está siendo la más tranquila del PP en el Ayuntamiento de Pozuelo desde hace tiempo. Tras la locura sepulvedana y la transición, sin hacer ruido, de Gonzalo Aguado por una alcaldía en la que las navajas albaceteñas iban sujetas en las ligas de algunas o en los calcetines de otros y siempre dispuestas a salir a la luz por un quítame esa competencia si te atreves (cómo te echo de menos, Jacobo de María) entramos en la legislatura de Paloma Adrados. Una legislatura en la que lo que ha importado ha sido ahorrar y dar un perfil político lo más bajo posible. Que nadie se mueva. Que no quiero ver gente por los pasillos. (Un día de estos analizaré la gestión de Paloma Adrados).
Pero si la legislatura está siendo un tostón desde el punto de vista político para los que nos dedicamos a esto de la observancia, en estos momentos, ya es el colmo. Existe una calma chicha impropia de los tiempos preelectorales y eso no es normal. ¿Es esta calma chicha el preludio de una tormenta dentro del PP de Pozuelo?
Esa es la pregunta de los cien mil euros. Y la respuesta es que creo que sí. Creo que, este año, los que vemos la política como un teatrillo nos vamos a divertir en Pozuelo.
Aparte de lo que ocurra en la Real Casa de Correos que está enlazado, estrechamente, con Génova y, a su vez, con Moncloa, después de lo pasado en Andalucía, en Pozuelo existen otros condicionantes que, a su vez, se subdividen y, con esas circunstancias, es fácil asegurar entretenimiento.
Y es que, en este pueblo, existen, por un lado, los concejales ‘turroneros’, esos que hoy están en esta feria y mañana en aquella. No son de Pozuelo, están aquí porque los mandó el partido y, con seguridad, se irán a otra plaza sin mayor problema. Y de estos hay unos cuantos.
Y luego están los ‘palobanderas’, que son los que llevan más años en el cargo que el palo de la bandera del Regimiento de Transmisiones de Prado del Rey. Cuando termine esta legislatura llevarán 12 años como concejales y todo indica que no les va a ser fácil volver a presentarse, aunque se resistirán con uñas y dientes. Pero lo cierto es que, si se presentan a las elecciones y salen elegidos, terminarán llevando 16 años en el sillón y eso no parece que sea prudente en tiempos de renovación política. Hablo de seis. Hablo de Gerardo, Beatriz, Pablogil, Félix, Mónica y Andrés.
Y hasta aquí puedo escribir, hoy. El tema me parece apasionante y, poco a poco, iré desgranando claves.